El escenario era previsible, pero no por ello menos preocupante: con la presencia de la líder social afro Francia Márquez en la campaña electoral en Colombia, el racismo y la discriminación entraron de lleno en la conversación en Twitter. Peor aún, quien quiso defender a la candidata vicepresidencial de esos ataques terminó amplificándolos. Los protagonistas eliminaron los tuits, pero caminaron por la cornisa de una sanción de la plataforma.
El 28 de marzo, la cantante colombiana Marbelle compartió una imagen del candidato presidencial Gustavo Petro y de su fórmula vicepresidencial Francia Márquez. En el texto, la cantante se refirió a Petro como “cacas” mientras que a Márquez la llamó “King Kong”. Como era de esperarse, esto último provocó una lluvia de críticas por racismo. Marbelle terminó eliminando la publicación original que, sin embargo, terminó compartiéndose en imágenes y noticias de prensa.
Pese a que no existe una relación comprobada entre los reportes masivos y las sanciones de las plataformas, decenas de usuarios indignados pidieron que la cuenta y el tuit de la cantante fueran reportados colectivamente. A Marbelle no parecía preocuparle mucho que su cuenta de más de 400.000 seguidores fuera sancionada. En las horas siguientes publicó trinos donde se preguntaba irónicamente por qué no la habían suspendido, y aseguraba que en caso de que eso ocurriera abriría otra cuenta para seguir criticando a Petro y a sus seguidores.
Para empeorar las cosas, el senador Gustavo Bolívar, uno de los principales líderes de la coalición a la que pertenecen Petro y Márquez, publicó un tuit que provocó tantas críticas como burlas. Tomó una imagen de King Kong, representando a Francia Márquez, para enviarle un mensaje de tolerancia a Marbelle (en aras de ilustrar el caso, la imagen se puede ver acá).
Según explicó poco después, Bolívar quería rechazar el racismo “aplicando un mensaje semiótico con psicología a la inversa”. Lo que salió a la inversa, sin embargo, fue la reacción que generó el tuit, que le valió al senador acusaciones de racismo y, de nuevo, llamados a que su cuenta fuera suspendida. Tras hacer un sondeo entre sus seguidores, Bolívar terminó eliminando la publicación.
Ni la indignación, ni los llamados a reportar cuentas son suficientes para que una plataforma elimine una publicación o cierre una cuenta. Mucho menos los comentarios desafiantes de una usuaria. Que los reportes colectivos fueran un criterio determinante sería, además, un riesgo: bastaría una acción coordinada de un grupo de usuarios para reportar una cuenta y así silenciar a los críticos o contradictores políticos. Para entender cómo funcionan estos procesos, hay que poner la mirada sobre las normas comunitarias de las redes sociales y las sanciones que prevén.
La representación de personas afro como animales es una forma de discriminación que las plataformas se toman en serio y contemplan en sus políticas de lenguaje de odio. Facebook, por ejemplo, expresamente prohíbe compararlas con simios o criaturas similares, mientras que YouTube castiga a quienes deshumanicen a otros al compararlos con animales.
En el caso de Twitter, la prohibición consiste en “deshumanizar, degradar o reforzar estereotipos negativos o dañinos sobre una categoría protegida”. La etnia, al igual que atributos como la nacionalidad, el género, la religión y otras, efectivamente se considera una categoría protegida.
Las publicaciones de Marbelle y de Gustavo Bolívar podrían encajar en esta descripción. El caso del senador es más complicado, pues si bien su propósito era defender a Márquez, se valió de una comparación prohibida precisamente por ser una caracterización racista.
Las normas de Twitter indican que en ocasiones lo que aparenta ser discurso de odio puede no serlo cuando se tiene en cuenta su contexto. Al igual que otras redes sociales, Twitter permite ciertas expresiones cuando los miembros de una categoría protegida se dirigen a otros, reapropiándose de insultos o estereotipos para convertirlos en una insignia de su propia lucha. Por ejemplo, algunos homosexuales han tomado la palabra “marica” como una forma de empoderamiento.
Contrario a lo que muchos podrían pensar, e incluso desear, las violaciones a la política de discurso de odio no llevan a que una persona pierda inmediatamente su cuenta. Twitter tiene en cuenta la gravedad de la infracción y los antecedentes del usuario. Como primera medida, se le pedirá a quien publicó un tuit con discurso de odio que elimine el contenido, y se le impedirá publicar durante un tiempo. Una cuenta solo será suspendida permanentemente si infringe reiteradamente esta política, si publica una amenaza violenta o si su actividad principal es participar en comportamientos abusivos.
Tanto Marbelle como Gustavo Bolívar eliminaron sus tuits poco después de haberlos publicado. Bajo las normas expuestas, ya no habría objeto para una sanción, pues lo que la plataforma les hubiera podido exigir, –eliminar el contenido–; ellos ya lo habían hecho por iniciativa propia. De alguna forma, la propia presión de los usuarios sirvió como mecanismo de autorregulación en la plataforma.
Esto no resta importancia a la gravedad de las expresiones, pues la discriminación racial trasciende las normas de las redes sociales. A comienzos de marzo, un ciudadano inglés fue condenado por insultar en Twitter al exfutbolista Rio Ferdinand con emojis de monos y bananos. De momento, Marbelle fue denunciada ante la Fiscalía colombiana por su trino contra Francia Márquez. La polémica terminará absorbida por la campaña, pero no puede perderse de vista la gravedad de este problema. Como afirmó poco después Márquez, el racismo lastima y el racismo mata.
(Más información sobre las plataformas y la campaña: Así son las reglas de las plataformas para estas elecciones)