En enero de 2022, Valentina Gómez, una influenciadora dedicada a temas de bienestar en Instagram, recibió mensajes de alerta de varios amigos. Según le dijeron, alguien había creado una cuenta con su nombre y sus fotos. No era un caso clásico de suplantación: las historias y la biografía tenían links en los que supuestamente podría encontrarse contenido sexual de ella.
Se trata de una modalidad que cada vez es más común en Instagram. Desde 2020 se han reportado casos de creación de cuentas falsas que usan fotografías de mujeres jóvenes para dirigir a los usuarios a páginas donde se asegura que se encuentra el contenido sexual de la persona suplantada, pero que no son más que fachadas para estafar o robar datos.
En el caso de Valentina, la cuenta falsa se diferenciaba de la real apenas por una letra. Al buscar ese perfil, ella se dio cuenta de que la habían bloqueado y les pidió a sus seguidores –cerca de catorce mil– que la reportaran. Además, completó y envió un formulario de Instagram dispuesto para casos de suplantación.
Los enlaces publicados en la cuenta falsa de Valentina aparentaban ser de Admire Me, una plataforma de contenido por suscripción. Tanto esta, como OnlyFans o Just For Fans, suelen ser usadas como carnada en esta clase de fraudes. Como indica la organización R3D –que el año pasado alertó de la llegada de esta forma de suplantación a México–, muchas veces los usuarios en realidad son dirigidos a páginas diseñadas en Wix. Tanto en esa plataforma, como en otras de desarrollo web, es posible reportar páginas con contenido abusivo.
Según Instagram, solo las solicitudes presentadas por la persona suplantada o por un representante suyo reciben una respuesta de su parte. Unos días después de enviar el formulario, Valentina recibió un correo de Meta donde se le informaba que su caso no había podido ser revisado, ya que la pandemia había obligado a la plataforma a priorizar los casos más urgentes. Ese mismo argumento también ha sido usado por Meta en sus reportes de transparencia para indicar que no le pueden ofrecer a todos los usuarios la posibilidad de apelar las decisiones de moderación.
Ante esta respuesta, Valentina acudió a un abogado para intentar resolver el problema por vías legales. A través de un derecho de petición, se le solicitó a Facebook Colombia que eliminara la cuenta que la estaba suplantando, pero la compañía respondió que el manejo de Instagram estaba en manos de la matriz, por lo cual tendría que enviar su solicitud directamente a Menlo Park, California. Invitaban, en todo caso, a seguir los canales establecidos por la plataforma para reportar cuentas.
El siguiente paso fue presentar una tutela, una acción que en Colombia permite defender derechos fundamentales de manera mucho más rápida que en las vías ordinarias. Poco después de que un juez admitiera la tutela, la página que suplantaba a Valentina desapareció de Instagram, sin que ella fuera notificada de la medida. No está claro si la acción judicial influyó en ese desenlace.